Y otros poemas (para una celebración de la amistad) - Vagabunda Mx

2022-07-01 21:36:14 By : Mr. Kris Hu

a Azucena Salpeter, poeta maestra de poetas

Es tan buena tan buena,

con pasas de uva rubias

de esas que tienen pliegues

la hace tan buena, tan buena,

como un pequeño cachorro

como la yema de Estrella Federal

“¿De qué color es, entonces?”,

me pregunta el florista de la esquina

mientras vende crisantemos y azaleas,

incluso higos y mermelada de ciruelas.

Todo esto perfumado de cielo.

“Es color chocolate, como cuando

¿No son su especialidad acaso

Ah, y esas pasas de uva rubias

toma el pincel de cerda de camello

como si fuera una aguja

de tejer la lana agreste.

La madeja entre sus manos,

arrastrada por los cinco vientos alisios.

Teje y desteje sus óleos.

un asteroide, el cometa Halley

Azu pinta a Júpiter

Entonces los tornados de la tierra

se encrespan pero sin hacer ruido

como la pelambre de mi gato

al ver a una vaquita de San Antonio

Y pan con pan comida de zonzo.

una porción de hígado

porque Azu le ha pintado uno

en su plato de latón abollado.

Un hígado rozagante, dulzón,

tierno, jugoso, con el aroma

de los plumones de mi almohada.

Sí, justo del mismo sabor,

¿Serán las aves una forma de pintar?

Mi gato olfatea el festín.

que lo hizo brotar de la nada:

el blanco sobre perla de un lienzo.

Y Azu que es tan buena pintora

ha conquistado su obra de arte:

dibuja el menú a la carta

con el plato del día y todo.

para verlo comer a mi gato.

Se le hace agua la boca.

Me gusta ver trabajar a Azu,

(porque además sus pinturas,

Y esto sí es la gloria

de la belleza pura luz,

la de los rayos de sol de otoño

traídos por la marea desapacible

El hígado que Azu ha pintado,

para mi gato Tomás

es tierno, suave al paladar.

se me derrite entre las manos

de crema de limón.

jamás me ha pintado

como a una jalea de frambuesa

ni como a las moras

recién cortadas del Bosque

Pero sí me ha pintado

a una gitana en flor,

sensual como el almíbar

de un damasco de huerta.

A Azucena Salpeter y Patricia Coto

con un cuchillito de marfil de la India,

mientras Patricia pica cebolla morada

sobre una tabla de madera de cedro

repujada con volutas de plata.

¿Vieron esa plata que no es cara,

pero es austera, sobria y no se aja?

Mantiene su dignidad y elegancia

aun en los temporales más pintados.

Y digamos las cosas como son:

la plata es un metal noble.

un risotto a la menta

al que me han convidado,

pese a que no se conmemora

otra festividad más que la de vernos

sobre las dos mitades del tomate,

que hago girar morosamente 

con los dedos de mi mano derecha

como si fuera el pecho de una búlgara.

Después salimos al jardín de Azucena.

Ella alimenta con semillas de lino

a los pavos reales del Peñón de Gibraltar.

que se los mandó FlanneyO’Connor

ensobrados en los Cuentos completos

y su novela Sangre sabia

que es para que no pongan sus huevas

en esta tierra de rabia y desmemoria.

Mejor guardarlos en la placenta.

en la calma tibia y blanca

Miro el jardín y se parece

a la miel del Mar de Groenlandia,

a la del clavo de vainilla de Bogotá.

Ese clave que se guarda

en un tubo  de vidrio,

Me recomiendan probar (eso sí)

las fresas de este diciembre

por lo que le adelanta

el pronóstico a Patricia.

es partidaria de las moras.

Me gustan los frutos del bosque.

Patricia me convida un mate

El titular de un diario

sobre la mesa de piedra

son asesinados por día

La felonía más perfecta

“Lo que pisamos es tierra de nadie”,

Aún así, o quizás por eso,

azoto, ya en la vereda,

Quizás, o solo un embrujo.

cada uno está en su casa. 

Repican las campanas del atardecer.

Cada uno escribe sus poemas.

Jugamos a perder la cordura

por un rato, en el Mar Báltico

Los poemas tienen sal marina

Como si nos hubiéramos sumergido

Los poemas de Azucena son insolentes.

Los de Patricia están llenos

de calma y de una singular devoción.

De los míos no podría asegurarlo.

El planeta cabe entonces en una cajita

en una caracola con un brote de coral.

se nos ha hecho la hora del lobo.

Cada cual en su casa,

se mete entre las cobijas con libros.

Cada cual con quien quiera.

A soñar que Emily Dickinson

también ha sido feliz con su bonsái

guardado junto a un barco

con sus camisón transparente,

cuando solo por un día

tan solo para sí misma.

un plato con gajos de mandarina,

y después me derrumbo

Los sueños, por otra parte,

para Patricia Coto, poeta maestra de poetas

Por entre el ajado libro

Decir que es su favorita

(y de las más dignas)

de no faltar a la verdad.

en la joven luego vieja

Emily que ha dado la vuelta al mundo

 escribiendo tan solo 1.800 poemas,

sin moverse de su casa?

Pero si hasta ahora creo verla

hamacándose en su sillón de mimbre

castillo de naipes, as de oros,

en la culminante sensibilidad austera

que ha dado luz al jilguero

subiendo por la pequeña puerta

con rejas de bronce.  

Son mullidos como diente de león

(panadero así llamado en mi patria),

que se sonroja a solas.

sobre una silla de madera

de la caña de azúcar.

Mañana por la mañana,

las flores se incendiarán

de rocío y néctar.

Es que los poemas de Emily

entran en ebullición, borbotean

como marmita con un guiso.

Son volátiles como colibríes,

que recorren las corolas peregrinas

en el jardín de invierno de Emily.

con los que es severa).

Ahora, en este preciso momento

de sueños con anémonas y corales,

Un sueño de una barca encallada

a su jardín de invierno

que este océano mar,

cuyas aguas en vaivén

sin embargo se acercan a su orilla.

a su paso por la casa.

El botón de la margarita

sucumbe a uno de sus poemas

leído en voz alta

(el que acaba de terminar)

y lo cubre con una película

de modo que al despertar

mañana por la mañana

para Azucena Salpeter y Patricia Coto

Ánade real y ruiseñor,

corren cada una tras su bandada.

puede que sea tan Pavese

los poemas de Ursula K. Le Guin

en la ceremonia de la amistad

se reúnen en torno de una mesa

de mármol de Carrara

es en cambio la pureza

la roca que las ampara

sin lujos y con fidelidad”).

El Jardín de Azucena

(ella está feliz de regarlo,

que se van en vicio)

un Jardín lleno de cielo

La humedad se ha precipitado,

Evaporada por el astro más ardiente

(claro que podría haber sido la luna)

un perro de Pekín

los cuatro Jinetes del Apocalipsis

al conjunto sostenido por estambres.

En los poemas de Patricia

la mirada serena de María,

más conocida como Reina-del-Universo.

Dícese del título celeste

de la Tres Veces Admirable.

aquel verso de Olga Orozco

y de pronto ha aflorado

Y Azucena evoca a sus abuelos,

se regocija mientras le lee

en voz alta a Azucena

los poemas, armonía pura

Sabemos de lo esmerado de su Verbo.

la pluma del pelícano

nos hace gozar de tres mieses,

en su ademán salvaje

en la resina antiquísima

permanece en el mejor boj

del jardín de otoño

escuchando su diálogo de tres

en el que nada puede empañar

la ventana de la poesía,

se derrumba al vacío

Los papeles comienzan a volar

El hálito del poema,

en los que los tres poetas

se calcinan de pasión

las unas con las otras

hasta lograr el verso perfecto,

Ninguna palabra da lo mismo,

Ambas se han consagrado a la creación:

su pasión por la poesía.

con la marea del Mar del Norte,

y deja a sus pies.

Chapalean en el agua las amigas

un agua tan pura tan pura,

que luego el océano se retira,

húmedo como los primeros besos

entre dos personas jóvenes

en que las hojas pese a todo,

La Corriente del Niño,

arrasa con su agua helada

en plena América del Sur

en el interior de ambas

la que salvará al arte,

Epílogo de las amigas

Azucena: Es tarde. Es la hora del lobo. Mejor volver al atelier, donde brincan los colores

Patricia: Es cierto. La primavera este año se hará esperar. Mejor ir hasta la terraza.

Corroborar la frescura y la suavidad muelle del jabón de lavar sobre la tela de lino. Las sábanas que la brisa embolsa, como el tul de una princesa de Oriente que sale a pasear montada en un elefante. Aquello que jamás conoceré.

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